Ley de Glaciares: un investigador sanjuanino advierte que la norma "protege un clima, no un recurso"

El investigador Silvio Pastore señala que la Ley de Glaciares confunde conceptos científicos y, al intentar proteger el ambiente periglacial, termina legislando sobre un clima, lo que genera conflictos técnicos y jurídicos.

Nacionales20/11/2025Daiana CoriaDaiana Coria
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En medio del resurgimiento del debate nacional por la Ley de Glaciares —reactivado por los planteos del gobernador Marcelo Orrego y por la presión de empresas mineras durante el foro minero en San Juan—, Silvio Pastore, coordinador del Gabinete de Estudios de Geocriología, Glaciología, Nivología y Cambio Climático de la FCEFyN-UNSJ y exconsultor minero, aportó su mirada técnica sobre el tema. En diálogo con Elementos FM, analizó el estado actual de la norma y detalló por qué considera necesaria una modificación o una reglamentación que permita hacerla realmente aplicable.

Antes de entrar en el aspecto técnico, Pastore recordó que la legislación vigente ya cumplió 15 años y que, en ese tiempo, “nos ha permitido aprender muchas lecciones”. A partir de allí, planteó que la discusión debe incorporar evidencia científica acumulada y una mirada práctica sobre los ambientes cordilleranos. “Como toda ley donde se refleja el espíritu de nuestros representantes, me parece que la ley tiene conceptos muy buenos cuando se hace referencia a la preservación de nuestros recursos hídricos en estado sólido, y eso está fuera de discusión”, afirmó.

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Un espíritu válido, pero problemas en la redacción

Al profundizar en los puntos conflictivos, Pastore señaló que el texto actual presenta elementos que dificultan su aplicación. En su análisis, remarcó que, aunque el objetivo de protección debe mantenerse, la normativa tiene vacíos y contradicciones que no se resolvieron por falta de reglamentación. “La redacción de la ley tiene muchos conflictos, y la falta de reglamentación no los resuelve”, manifestó.

Luego explicó uno de los ejes más polémicos: la inclusión del ambiente periglacial como área de prohibición para actividades mineras y petroleras. Detalló que ese término se incorporó a último momento durante el tratamiento legislativo y que, desde un punto de vista científico, es un error conceptual. “El ambiente periglacial es casi un clima. Se está pretendiendo que por una ley se proteja un clima en un contexto de cambio climático, es sumamente absurdo”, cuestionó.

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Pastore sostiene que la confusión entre “glaciar” y “ambiente periglacial” genera restricciones desproporcionadas para provincias cordilleranas.

También advirtió que la ley incurre en un problema jurídico al establecer prohibiciones absolutas sobre recursos provinciales. “Una ley de presupuesto mínimo no puede definir un máximo. No puede decir a los estados dueños de esos recursos que no pueden hacer tal o cual actividad”, insistió, remarcando que esa contradicción deriva en “inseguridad jurídica”.

Retroceso acelerado y cambio climático

Al contextualizar el estado de los glaciares, Pastore subrayó que el retroceso del hielo no tiene relación con la actividad minera. En este punto, fue categórico: “En San Juan, en menos de cinco años hemos perdido casi el 27% de la superficie de los glaciares blancos. Son valores muy alarmantes”.
Luego profundizó en la explicación, señalando que ese retroceso responde a un fenómeno climático global: “Los glaciares están retrocediendo a tasas increíbles sin presencia de actividad minera”, dijo.

Para reforzar su argumento, Pastore sostuvo que la contribución hídrica de los glaciares ya no cumple el rol histórico que se le atribuye. En su exposición, parafraseó la evidencia disponible indicando que hoy el agua que llega a los ríos de San Juan depende casi exclusivamente de la precipitación nívea y no del derretimiento glaciar progresivo.

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El caso Pachón y el estudio científico

Frente a las declaraciones del CEO de Glencore sobre un glaciar ubicado en la zona de Pachon, Pastore aclaró su participación. “Yo estuve a cargo de ese trabajo”, dijo sobre el estudio pedido por el Consejo Provincial de Protección de Glaciares, realizado durante la pandemia.
Precisó que el glaciar analizado es un glaciar de escombro y explicó que sus conclusiones muestran una contribución hídrica mínima. “No las podemos medir, son tan chiquitas que no tenemos un instrumental de tal precisión para medirlo”, aseguró.

Según Pastore, incluso en escenarios extremos —como el derretimiento total hacia 2100— el aporte hídrico sería insignificante.

Actividad minera bajo control: posible y necesaria

Más adelante, Pastore buscó despejar la idea de que minería y glaciares son incompatibles. Indicó que, con controles adecuados y estudios técnicos rigurosos, la actividad puede convivir con la protección ambiental. “La actividad no destruye glaciares siempre y cuando tengamos un marco que lo regule y podamos controlar”, afirmó.

Para Pastore, el problema no es la minería en sí, sino la falta de precisión normativa que impide diferenciar zonas aptas y no aptas para operar.

También rechazó comparaciones simplificadas con Chile. Aunque reconoció que ese país enfrentó debates por su gobernanza del agua, defendió que la adopción de tecnologías como la desalinización demuestra que es posible desarrollar minería sin comprometer recursos hídricos continentales. “Celebro que la minería presente y futura no utilice agua fresca, sobre todo en zonas áridas como la nuestra”, valoró.

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Consenso, evidencia y decisiones basadas en datos

Al cerrar la conversación, Pastore destacó la necesidad de que el debate se produzca con respaldo científico, pero también con diálogo social y político. “A medida que más datos tengamos, más precisas serán las decisiones que vamos a tomar”, expresó.

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